Recientemente, el Senador Rafael Prohens y la Concejala Carolina de la Carrera llevaron a cabo una visita conjunta al Programa de Acceso a la Educación Superior (PACE) de la Universidad de Atacama. Durante esta experiencia, destacaron la calidad humana y profesional del equipo, así como los testimonios inspiradores de estudiantes que desafían las adversidades históricas en la región.

El PACE UDA se destaca como una iniciativa concreta de inclusión social que brinda herramientas académicas, sociales y actitudinales a estudiantes de 4° medio para facilitar su ingreso y permanencia en la universidad. Más allá de abrir puertas al conocimiento, este programa ofrece un sentido de pertenencia, acompañamiento y preparación para la vida en sociedad. La temprana inserción en la vida universitaria que propone el PACE transmite un mensaje claro a los jóvenes: "Tú puedes, y no estás solo".

Sin embargo, persisten obstáculos estructurales que requieren una acción coordinada entre el Estado, las universidades y el sector privado. ¿Cómo avanzar cuando algunos jóvenes deben elegir entre asistir a clases o destinar recursos limitados a transporte y equipamiento básico? Durante la visita, se identificó el caso de ocho estudiantes de Los Loros que enfrentan dificultades económicas para trasladarse diariamente a la universidad y carecen incluso de un computador para cumplir con sus responsabilidades académicas.

Estos estudiantes representan la primera generación en sus familias en acceder a la educación superior, simbolizando progreso y esperanza pero también evidenciando la precariedad que amenaza sus sueños. Actualmente, 67 jóvenes en la región enfrentan circunstancias similares. ¿Es justo que años de esfuerzo se vean truncados por la falta de recursos básicos? ¿Qué acciones debe tomar la sociedad ante esta realidad? ¿Dejará caer a estos jóvenes?

Se hace un llamado urgente, especialmente al sector privado, para ejercer su responsabilidad social. Las empresas en la región tienen una oportunidad única para impactar positivamente en el futuro de Atacama. Una alianza público-privada efectiva puede marcar la diferencia al proporcionar computadores, cubrir gastos de traslado, ofrecer becas de conectividad o apoyo alimentario. Esta no es caridad; es inversión social con impacto humano.

No basta con abrir las puertas de la universidad; es crucial acompañar a los estudiantes en su trayecto educativo. Solo así la inclusión educativa dejará de ser una promesa para convertirse en una realidad transformadora. En palabras contundentes: "Hoy, más que nunca, debemos decidir: ¿los dejamos caer o nos organizamos para avanzar?".