En una jornada de formalización llevada a cabo el sábado 7 de junio, dos individuos fueron imputados por la desaparición y fallecimiento de Francisco Albornoz, un joven farmacéutico de 21 años cuyo cuerpo fue encontrado en el Río Tinguiririca en la Región de O’Higgins luego de 12 días de búsqueda.

La Fiscalía solicitó que ambos sospechosos, Christian González y José Miguel Baeza, fueran puestos en prisión preventiva por el delito de homicidio calificado, determinando así la causa de muerte de Francisco. El 8vo Juzgado de Garantía acogió esta petición y dictaminó la prisión preventiva para ambos imputados formalizados por homicidio calificado, aunque se especificó que la calificación jurídica actual es de homicidio simple.

El rastro de Francisco se perdió después de encontrarse con dos hombres en Plaza Egaña, Ñuñoa, el 23 de mayo. Su cuerpo sin vida fue descubierto a 150 kilómetros del último lugar donde se le vio, en una quebrada en San Fernando, Región de O’Higgins.

El descubrimiento del cuerpo se produjo después de que un médico ecuatoriano llamado Christian González Morales se presentara con un abogado para prestar testimonio en una comisaría de Ñuñoa y quedara detenido en el lugar. Posteriormente, las autoridades confirmaron la detención de un segundo sospechoso, José Miguel Baeza, un chef chileno de 41 años encontrado en Codegua, Sexta Región.

Se informó que prendas pertenecientes a la víctima fueron halladas dentro de la residencia de Baeza, quien aparentemente intentaba deshacerse de ellas al quemarlas en una estufa encendida. Según The Clinic, el certificado de defunción emitido por el forense Nicolás Villagra del Servicio Médico Legal señala que la causa del fallecimiento fue un traumatismo encéfalo craneano.